El Perfeccionismo, mi peor enemigo, y la clave de mi éxito.

 “La mejor manera de empezar algo es dejar de hablar de ello y empezar a hacerlo”. – Walt Disney

Desde que tengo uso de razón, la lección primordial en mi hogar era, que cuando fuéramos a hacer algo en nuestras vidas, lo hiciéramos bien. Mis padres me ayudaron a siempre buscar y dar lo mejor de mí en todo lo que hiciera.

Tanto en la escuela como en mis pasatiempos, procuraba siempre dar lo mejor y dejar saber que tenía dominio de conocimiento en lo que hacía. El problema con esto era que cuando me topaba con alguien que era mejor que yo, me desmoralizaba y abandonaba la actividad que estaba realizando. 

El perfeccionismo y el fracaso

Debido a que deseaba siempre hacer las cosas perfectas desde el primer intento, hubo muchas cosas que no estuve dispuesto hacer. Algo tan simple como bailar, para mí era sumamente bochornoso admitir que no sabía hacerlo.

Todos en mi familia bailan, y mi abuelo era un maestro “tirando pasos” como dice mi padre. Por mi parte, yo justificaba no hacerlo diciendo que era músico y no bailarín, mientras que los demás eran bailarines y no músicos; Pero en realidad siempre supe que mi miedo era lucir como ridículo ante los demás. 

El perfeccionismo me llevó a fracasar, en perder uno de los momentos más importantes en mi vida de joven, el momento en que la chica más bonita de una fiesta me invitó a bailar y por no sentir que lo podía lograr deje pasar la oportunidad. Como de película, el que sí aceptó a bailar con ella termino siendo su novio por un par de años.

Lo mismo ocurriría con el área profesional un par de años más tarde, cuando se me presentaron oportunidades retantes y por miedo a no hacer una labor perfecta, dejé pasar la oportunidad de un gran trabajo en Nueva York en uno de los estudios más relevantes de la ciudad e incluso el país. 

Nos fallamos  al limitarnos en tomar riesgos y oportunidades que nos ayuden a crecer y forjar una nueva y mejor versión de nosotros mismos.

El que no arriesga, no gana

“Un diamante con un defecto es mejor que una piedra común que es perfecta.” – Proverbio chino

Miedo al fracaso es un sentimiento con el cual muchos nos podemos identificar. Principalmente, porque tememos que los demás piensen que somos fracasados o perdedores y comenzamos con esta narrativa de que somos buenos para nada, no servimos, no hacemos nada bien, o simplemente no deberíamos existir. 

Cuidado con este engaño, las peores batallas las tenemos en el peor campo de guerra, nuestra mente; aquí es donde debemos de comenzar y partir desde la premisa que somos capaces de hacer todo lo que deseamos hacer, solo tenemos que aprender a arriesgarnos y tener el valor de ir detrás de lo que deseamos para obtener el premio/resultado que esperábamos. 

Desde hace un tiempo comencé a utilizar mi miedo para identificar las oportunidades buenas que la vida me presentaba. En el internet encuentras muchas imágenes con la cita “si tus sueños no te asustan, quizás no son lo suficientemente grandes.” Esta cita me impactó profundamente. 

Antes tenía la creencia errada de que si me causaba miedo, no era lo correcto. Sin embargo, siendo tan conservador en mis decisiones, y dado que era sumamente introvertido, no me atrevía a hacer cosas tan sencillas como ventas, hablar en público, negociar con clientes, y establecer límites con las personas que me rodeaban.

Mi perfeccionismo por ser excelente y superar las expectativas de las personas me llevaron a ser complaciente, reservado y no tomar riesgos. Mis sueños se convirtieron en frustraciones y el miedo a fracasar se convirtió en realidad. 

Cuando el miedo se apodera de tal manera que no nos movemos en ninguna dirección, le hemos dado espacio al fracaso, porque buscando ser y obtener resultados perfectos, la verdad es que no arrancamos. Así que comencé a identificar las cosas que me causaban miedo, lo que veía como montaña, como molinos de vientos y poco a poco fui enfrentándolos. 

Tener éxito no es nunca fallar. Ser valiente no es nunca temer. Ser luchador no es dar un golpe de suerte y ganar a la primera. Ser exitoso, valiente y una persona luchadora es que aunque fracasemos, tengamos miedo y sintamos que tememos que hemos caído, aprendemos la lección para levantarnos y continuar intentando hasta obtener el resultado que deseamos. 

El engaño del perfeccionismo

“Nadie debería creerse perfecto, ni preocuparse demasiado por el hecho de no serlo.”– Bertrand Russell

La mentira más grande que cualquier persona cree, es que pueden alcanzar la perfección. Como alguien que ha compuesto música, trabajado con artistas, compositores, ingenieros de sonido, he aprendido que las obras maestras son vivas.

¿Cuántas veces un artista toca la misma canción y está con el tiempo evoluciona?

Soy fanático desde que tengo uso de razón del señor Franco de Vita. Su tema “Un Buen Perdedor” originalmente publicada en el 1984, tiene 38 años de existencia en el mundo. ¿Opinan que sería divertido escuchar la misma versión una y otra vez? ¿Verdad que no? 

Es por eso que los artistas crean nuevas versiones, arreglos, cambios de tono, e incluso cambian de géneros o incluyen otros artistas. El arte y las obras maestras son vivas, pueden mejorar, tener nuevas versiones, y hasta impactar más con cambios nuevos. 

Si la música, aplicaciones, tecnología, ingeniería, residencias, edificios, leyes, y cualquier aspecto de nuestro mundo y realidad, tiene espacio para mejorar, tener una nueva versión mejorada, ¿qué nos hace pensar que somos perfectos y no tenemos que mejorar?

Cuando nos enfocamos en conservar la perfección, limitamos el progreso y el mejoramiento de las cosas y de nosotros mismos. Es importante siempre dejar el margen de error para poder aprender y evolucionar para poder crear nuestra mejor versión.

Lee mi blog anterior Conviertete en tu mejor versión para combatir tu peor enemigo y crecer.